Las Sin Sombrero

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En la llamada Edad de Plata de la Cultura Española entre los años 1875 y 1936, hubo una serie de mujeres aún casi desconocidas para la mayoría, pero que destacaron en todos los campos de la intelectualidad, la Ciencia, el Arte, el Periodismo, el Teatro, la Literatura, la Enseñanza, el Derecho, la Música, el Deporte, etc., antes reservados solo a los hombres, recibiendo gran impulso gracias a la Constitución de 1931, a las leyes que reconocieron sus derechos de igualdad y a la lucha feminista. Colaboraron e influyeron en este desarrollo, la Institución Libre de Enseñanza, el Lyceum Club, el Instituto-Escuela, la Residencia de Señoritas, Junta de Ampliación de Estudios, el Instituto Internacional (de las que hablé en la Conferencia anterior) y las numerosas Tertulias de intelectuales como la de Pombo y otras, así como el libre acceso a la Universidad.

Apareció, poco a poco, la mujer moderna con gran papel social y público, universitarias, amantes de la libertad y la movilidad, que se quitaron el sombrero (Maruja Mallo y Margarita Manso junto a Dalí y Lorca pasando por la Puerta del Sol causaron con este hecho gran escándalo por descubrir su cabeza, como símbolo de rebelión ante la sociedad machista, siendo insultadas y afeadas por ello), el corsé y se cortaron el pelo a lo garçon (a lo chico).

Era la Mujer Nueva que llevó a cabo la llamada sublevación de las faldas, y pedía cambios en los Códigos Civil y Penal que no reconocían sus derechos. Surgió un movimiento en contra, de condena a estas actitudes, de grupos conservadores y clericales, que no querían perder su poder sobre ellas, para que siguieran con los papeles tradicionales de madres y esposas sometidas, trabajadoras explotadas o prostitutas, y, sus propios compañeros de generación, muchos intelectuales que parecían modernos y transgresores, no las veían con buenos ojos. Así surgió en las mujeres una toma de conciencia de su situación que era lo que se venía denunciando en el Feminismo frente al patriarcalismo. Fue apareciendo el nuevo lenguaje en femenino, a medida que  fueron ocupando espacios antes reservados sólo a hombres.

Es innumerable la lista de estas mujeres que lucharon por la igualdad en todos los campos de la sociedad, y cada día se van descubriendo más gracias a la investigación feminista. En la primera etapa hay que partir de unas pioneras como Carolina Coronado y Gertrudis Gómez de Avellaneda, luego Concepción Arenal, la Pardo Bazán, Rosario Acuña, Concha Espina, Carmen de Burgos, María de Maeztu, y otras de las que ya hablamos en la Conferencia anterior. Más tarde, destacan Isabel Oyarzábal, María Marcos, Zenobia Camprubí, Mabel Rick, Carmen Moné, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Clara Campoamor, Victoria Kent, Matilde Huici, y un largo etc.

Muchas colaboraron en las Misiones Pedagógicas como vehículo de expansión cultural, como María Moliner, Maruja Mallo, María Zambrano, etc., junto a compañeros como Casona, Machado, Cernuda, y otros (unos 600 con carácter voluntario). Esta labor cultural se desarrolló en muchos puntos de España, en pueblos alejados de las ciudades y en localidades desde 50 habitantes; contaron el apoyo del gobierno republicano frente a la oposición ultraconservadora de alcaldes y curas rurales, por lo que se les persiguió, encarceló, e incluso asesinó en la Guerra Civil mientras que quienes pudieron huyeron a América Latina e implantaron allí este proyecto que triunfó con gran éxito, en Cuba o Méjico y Argentina. Esto mismo ocurrió con el teatro de La Barraca.

Tuvo gran importancia la labor de organizaciones protestantes en defensa de los estudios universitarios de las mujeres y desde el Instituto Internacional con Susan Hungtinton como directora, el intercambio de jóvenes españolas y viajes a universidades de EEUU y otros lugares.

Como es imposible hablar de todas estas mujeres, porque la bibliografía ha aumentado mucho en estos años de investigación feminista, me limito a nombrar a aquellas que me parecieron más significativas de la Generación del 27, pues de las anteriores ya hablé. Muchas de estas mujeres no figuran en los Manuales ni Libros de Texto aún, ni tampoco en los Callejeros y Monumentos de nuestras ciudades, pero se van incorporando lentamente, ya que se está reconociendo su valía y sus aportaciones en esos años anteriores, en los que sólo eran reconocidos los hombres en la sociedad en que vivimos tan patriarcal todavía.

Entre ellas hablé de la dibujante y escultora madrileña Marga Gil Roesset, de las pintoras Ángeles Santos y Maruja Mallo, de la filósofa María Zambrano, de la poeta Ernestina de Champourcin, de las escritoras Teresa León y Rosa Chacel…pero no hay que dejar de nombrar a Carmen Conde, Concha Méndez, Jimena Menéndez Pidal, Carmen Aldecoa, Laura de los Ríos. Entre las científicas están las hermanas Barnés y Jimena Fernández de la Vega, entre las cantantes y actrices La Argentinita, Catalina Bárcena, Antonia Colomé, Lola Membrives y Margarita Xirgu, Rosa Díaz Jimeno, Maruchi Fresno e Irene López de Heredia.

Deportistas hubo muchas universitarias que destacaron en el atletismo, hockey sobre hierba, montañismo, tenis, baloncesto, esquí e hípica, como las hermanas Castellfort y  las hermanas Moles, Carmen Herrero, Luisa Oliveras, Aurora Villa Marina Ginestá, etc. pero se truncó todo con la guerra pues el Frente estaba en la Ciudad Universitaria. Llaman la atención las pelotaris o raquetistas que jugaban en frontones de muchos lugares y que cobraban sueldo y participaban de las ganancias de las apuestas.

Aparecieron las primeras Azafatas, como Auxiliares de vuelo, que  debían ser menores de 25 años, solteras, pesar menos de 52 kg y medir menos de 1,62m.

Se crearon en 1918 la Escuela de Enfermeras en el Hospital de S.José y Sta.Adela, y el Comité de Damas de la Cruz Roja, que prestaban sus servicios en colegios y viviendas de los barrios de Madrid, para ayudar a la gente pobre que no tenía asistencia médica, y colaboraron a la extinción en 1929 de la parálisis infantil.

Como periodistas destaco, entre otras muchas, a Magda Donato y Josefina Carabias, que publicaba artículos en varios periódicos nacionales así como en los EEUU y Paris donde fue corresponsal hasta que falleció en 1980. Le siguió su hija Carmen Rico-Godoy.

Entre las aviadoras estában María Bernaldo de Quirós, Margot Soriano, Irene Aguilera, Pepa Colomer (primera instructora de vuelo), África Llamas, Dolores Vives, etc., mujeres valerosas y luchadoras en ese único mundo de hombres.

Concluyo, valorando la deuda que tenemos con estas mujeres que nos precedieron, y abrieron todos los campos profesionales, tras enfrentarse a los prejuicios y misoginia de la época, gracias a su concienciación como personas, consiguiendo alcanzar altas cotas de participación en la vida social y cultural de nuestro país.

Margarita Darlington

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