Día Mundial del Alzheimer - 21 de septiembre

Blanca Jiménez, Psicóloga y Responsable del área social FAyG.

El Alzhéimer es una enfermedad “cruel”, que nos borra los recuerdos y genera una incomprensión de lo que sucede a nuestro alrededor. Pero, además, supone un gran reto para nuestra sanidad y nuestra sociedad en el presente pero que será aún mayor en un futuro no muy lejano. Actualmente es el tipo de demencia más frecuente, representando el 60-70% de los casos, y la probabilidad de padecerlo aumenta exponencialmente según vamos cumpliendo años. La mayor esperanza de vida conlleva un incremento de la prevalencia de la enfermedad y se prevé que para el año 2050 la tasa a nivel global triplique la actual. Es evidente que estos datos indican la necesidad de una inversión por parte de los estados en investigación y prevención, para poder abordar la situación que se plantea, y eso pasa porque los estados creen Planes Nacionales sobre demencias, ya que actualmente con más de 44 millones de personas afectadas en el mundo solamente lo tienen 13 países. En estos planes se tiene que plantear aspectos como la necesidad de incrementar en gasto en investigación, prevención y sensibilización social, formación de profesionales para garantizar un trato más humano y pleno de derechos y, sobre todo, formas de apoyo a las personas cuidadoras, que en su mayoría son cuidadoras/es informales que tiene que hacer frente a una enfermedad tan devastadora a nivel físico y emocional sin apenas información sobre la enfermedad y su evolución, formación ni herramientas.

El Alzheimer es una enfermedad que asusta, y mucho. De hecho, el miedo a padecerla es una de las principales preocupaciones de las personas mayores y de las personas que les rodean. Es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a la memoria, el lenguaje, el pensamiento y el comportamiento de las personas que las padecen robándoles poco a poco sus recuerdos y su personalidad. Por el momento no existe una cura, pero sí que hay formas de retrasar sus consecuencias, entre ellas la más importante es que la persona se mantenga activa física y sobre todo, cognitivamente, con ejercicios adaptados a la fase en la que se encuentre, que sean exigentes pero no tanto que pueda frustrarles y generar emociones negativas. Es importante, además, que sigan realizando las actividades de la vida diaria que puedan, aunque sea con apoyos, para mantener esas capacidades y retrasar al máximo el periodo de dependencia. Pero también es esencial que las cuidadoras y cuidadores puedan afrontar esta etapa con herramientas que faciliten sobrellevar los acontecimientos. Es muy importante mantener una rutina de autocuidado y concedernos espacios para poder desconectar de la tarea sin remordimientos ni el sentimiento de culpabilidad que a veces acompañan estos “descansos”. Estas personas son el principal apoyo de la persona que padece la enfermedad de Alzheimer y es necesario que estén bien para poder apoyar desde la paciencia y el cariño que se merecen, pudiendo afrontar de mejor manera todas esas situaciones conflictivas que se derivan de los cambios de comportamiento que implica la enfermedad.

Por eso hoy, el Día Mundial del Alzheimer queremos agradecer a todas las personas que aportan su granito de arena para mejorar la calidad de vida de quien padece esta enfermedad: cuidadoras/es formales y no formales, investigadoras/es, profesionales de la salud y personas voluntarias que invierten sus esfuerzos en hacer un poquito más llevadera esta enfermedad tanto a la persona en sí como para todas las que le rodean y desear que no se cumplan las previsiones para 2050, si no que para mucho antes se haya convertido en una enfermedad con cura.


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